Consumo Responsable

"La tierra es suficiente para todos pero no para la voracidad de los consumidores" 
Mahatma Gandhi


Andamos por la vida dejando un rastro y generando impactos sobre los recursos naturales. Esto siempre ha sido así. El problema reside en que en las últimas décadas hemos excedido la capacidad regenerativa de la Tierra tomando más de lo que la naturaleza nos podía brindar.
El pobre ya no ven el el opulento al responsable de lo que a él le falta. Ve y desea un modelo a seguir, una clase de vida que sueña como propia aunque, por el momento, sólo la mire por TV.
Como consecuencia de la crisis económica y el cierre de empresas de 2001-2002, comienza a surgir el concepto de Comercio Justo. Lo valioso y novedoso de este modelo comercial es que acerca al productor con el consumidor, sin intermediarios.
Estos productos no ostentan envases sofisticados, marcas reconocidas o estudios de mercado, pero nos aseguran un sistema de producción y comercialización que están obligados a cumplir: el cuidado del medio ambiente (es decir, que la actividad sea sustentable), que los productores están asociados de alguna forma que permita que las decisiones y el reparto de los beneficios sean democráticos, que los niños no trabajen y que los hombres y mujeres reciban igual remuneración por igual trabajo... les asegura dignidad a productores y artesanos a través de un precio de venta razonable.
Preferir productos de la zona y de temporada no sólo asegura su calidad, sino que refuerza la economía local.
No es necesario esperar una crisis como la que tuvimos para darnos cuenta del poder que poseemos como consumidores para cambiar la realidad de nuestro medio, ya que cuando compramos un producto de Comercio Justo o local estamos avalando una manera de producir y comercializar y descalificando otra. Un consumo responsable tiene en cuenta las condiciones sociales y ecológicas en que fue elaborado un producto o generado un servicio. No se trata sólo de reducir nuestros niveles de consumo sino también de organizar la economía de acuerdo a una mayor justicia, respeto por el hombre y por los recursos naturales. Es una manera de ser solidarios con nuestros pares y con las generaciones que vendrán.
Por Gilda García.


PARA UN CONSUMO RESPONSABLE:
1. Ser críticos con nuestro consumo y nuestra forma de vida, aplicando filtros tejidos con valores éticos.
2. Exigir información e informarnos acerca de las condiciones sociales y medioambientales en las que un producto o un servicio ha sido elaborado, cómo ha llegado hasta nosotros y cuáles son sus consecuencias sobre el ambiente.
3. Reducir nuestro consumo, como opción ética y ecológica, optando por un modelo de bienestar y felicidad no basado en la posesión de bienes materiales.
4. Practicar un consumo respetuoso con la naturaleza, reduciendo, reutilizando y, por último, reciclando y consumiendo productos ecológicos y artesanos.
5. Practicar un consumo solidario y socialmente justo, respetuoso con las personas y las culturas, en el que no haya lugar para la discriminación ni la explotación.


(Resumen de "Todo Consumo es Político", Revista El Colectivo, Año 5 / nº 29)